sábado, 4 de junio de 2016

La saga democrática de Luis Almagro y la presión sobre un diálogo vacío


Decía José Martí que "En el mundo ha de haber cierta cantidad de luz, como ha de haber cierta cantidad de decoro. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres"

Esta cita aplica a Luis Almagro, el Secretario General de la OEA, por su valerosa postura en relación a la tragedia venezolana. Es una postura doblemente admirable si se considera que está en una organización que tiene años en estado vegetativo, pretendiendo ser, de manera hipócrita, lo que hace tiempo dejó de ser (si es que alguna vez lo fue). Enfrentado con una OEA legado del triste demagogo que fue José Miguel Insulza, Almagro le ha dado a la Secretaría General un vuelco dramático, poniéndola al servicio de la democracia en la región.
Su informe sobre Venezuela, de 132 páginas, representa un gesto de dignidad en medio de la selva de cobardías, acomodos y traiciones que es el mundo político de nuestra región.  Su llamado a intervenir al régimen venezolano en favor del pueblo venezolano  representa la primera vez en mucho tiempo que se desafía el dogma de la no intervención, ese concepto que ha llegado a ser un chantaje de tal magnitud que hasta la oposición democrática le rinde pleitesía. Ayer leímos como Capriles se regocijaba porque la declaración de los países en la OEA llamando al dialogo reforzó el principio de la “no intervención”. Capriles utilizó el término peyorativo “injerencia” para referirse a la iniciativa de Almagro y reiteró la necia conseja de “el problema venezolano lo resolvemos solitos nosotros los venezolanos”, lo cual es la negación de nuestra inter-dependencia en lo político, lo social y lo económico, una negación que pinta mal para quien aspira a la presidencia.
Para rematar esta andanada de parroquialismos y  pragmatismos Henry Ramos Allup, a quien admiramos por su labor en la Asamblea nacional y a quien nos encantaría oír hablar en la OEA, nos dice ayer que “el diálogo es necesario, a pesar de las virulentas y desmedidas reacciones en su contra”. Me siento aludido porque soy uno de quienes se manifiesta en contra de lo que considero un paso tanto inmoral como estratégicamente indeseable. Ramos cae en la trampa de decir que “si no dialogamos seremos acusados por el gobierno de no querer una salida constitucional y pacífica”.  Esta manera de pensar le hace el juego al gobierno maniobrero, el cual alega que manifestar es una acto de violencia, que el referendo es un golpe y que no dialogar con ellos es un crimen (aunque ellos solo ven el diálogo verdadero como una maniobra para ganar tiempo).
La insistencia en el diálogo desde múltiples fuentes externas, desde el Papa hasta países democráticos de la región no es mal intencionada, es solo una prueba más de la falta de creatividad diplomática y  relativa indiferencia de la región hacia los problemas de nuestro país. El término “diálogo” es impecable: huele a civilización, buenas maneras, deseos de las partes de llegar a acuerdos, caballerosidad y honestidad de propósitos. Pero los venezolanos sabemos, después de lo que ha experimentado en carne propia durante los últimos 16 años, que ese no es el diálogo posible en Venezuela, ya que el régimen lo que desea es una entrega. 


Debo decir que, cuando vi al Papa en una foto sonriendo junto a Samper, me di cuenta de que ese no era el Papa conductor espiritual sino el mismo  Papa que visitó a Fidel, es decir, un político pragmático más en un acto de desdoblamiento de la personalidad.  Ha sido una coincidencia desafortunada que los mayores  promotores del diálogo con el podrido régimen venezolano hayan sido argentinos.
Por ello, aunque este sea un gesto carente de poder geopolítico, he decidido boicotear el Malbec, hasta que Argentina cambie de opinión. Eso debe preocuparles porque semanalmente adquiero (adquiría) dos botellas de este extraordinario vino argentino (PHOEBUS, $10 la botella en Total Wine).

No más Malbec hasta que los argentinos recuperen la postura democrática correcta.  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El general Augusto Pinochet dijo que "a lo mejor no nos habría ido tan mal" en una guerra con la Argentina, en 1978, y que Perú habría "actuado sobre seguro" en un ataque a Chile, en 1973.

Considera que "la invasión de las islas Malvinas por la Argentina en 1982 fue una estupidez mayúscula" que reveló ignorancia y soberbia del general Leopoldo Galtieri.

Las inéditas reflexiones del ex dictador y jefe militar chileno están reflejadas en un libro de reciente aparición, en el que la periodista María Eugenia Oyarzún compila numerosas entrevistas con Pinochet entre 1995 y 1998.

El libro, de 265 páginas, titulado "Augusto Pinochet, diálogos con su historia", incluye declaraciones de Pinochet sobre los más variados asuntos, desde su vida personal hasta su carrera militar, el golpe de 1973 y su gobierno.

Algunas de las revelaciones más sorprendentes están en las tensiones con sus vecinos. Si bien se conoce en detalle la situación de 1978 que tuvo a Chile y la Argentina al borde de la guerra por su disputa en el canal austral de Beagle.

Pinochet dijo que la ocupación de las Malvinas "fue una equivocación técnica y estratégica".

"Optaron por comenzar el conflicto con Inglaterra, creyendo ganarle muy pronto para enseguida atacar a Chile con toda su fuerza", dijo, y afirmó que Galtieri no pensó jamás que los británicos cruzarían el Atlántico para recuperar las islas.

"Fue una estupidez mayúscula la suya. Pecó de ignorante. No se acordó de las reacciones inglesas", dijo Pinochet.

Anónimo dijo...

En estos Tiempos Modernos, cambiar Gobiernos, necesita de HEROES, y Heroes luchan hasta la muerte y con muchas muertes y derramamiento de sangre!

Venezuela adolece de un problema que hace EL PROBLEMA!

No hay camino de regresar, a la forma de Gobierno, de los que permitieron lo que hay hoy!

Alsamiento social, implica problemas, y hasta de hambre y escaseses!

CUANDO va Cuba o Venezuela volver a una libertad nominal e internacional?

NUNCA porque, no hay camino normal para ello!