sábado, 18 de junio de 2011

El papel del exiliado en la recuperación democrática de Venezuela

No todos podremos ser como Bello, pero tenemos un papel que jugar.....


Hay exiliados y “exiliados”. Hay quienes se van del país, se auto-exilian, porque no pueden vivir en una Venezuela que está lejos de ser la que ellos soñaron o, aún, lejos de ser la Venezuela imperfecta en la cual han vivido. Hay quienes se ausentan porque fueron obligados a hacerlo, debido al cerco tendido por un régimen que les negó trabajo, tranquilidad, seguridad personal y tratamiento justo ante las autoridades. Tanto los unos como los otros poseen un denominador común: se sienten o se han sentido tratados como ciudadanos de segunda clase en su país, simplemente por tener perspectivas sobre el futuro de su patria que difieren de las de quien no es presidente de la nación sino, apenas, el líder resentido de una facción.

Hay distinguidos compatriotas quienes, desde el exilio auto-impuesto o forzado, piensan que ya no tienen mayor papel que jugar en la tarea que, en mi opinión, atañe a todos los venezolanos, no importa donde se encuentren: la reconstrucción de una Venezuela libre, democrática, cordial y progresista. También en Venezuela hay quienes piensan, de entera buena fé, que quienes estamos afuera no podemos estar haciéndoles recomendaciones a quienes si están allá, metidos “en la candela”.

Esta es una posición comprensible pero emocional, altamente discutible. Equivale a decir que en el siglo XXI, de Internet, Facebook y Tietter, es necesaria la presencia física de persona alguna para que pueda emitir una opinión, recomendar una idea, dar una palabra de aliento, tomar una iniciativa o lanzar una advertencia. El razonamiento que sustenta esta postura es que, quienes están lejos, no corren los mismos riesgos de quienes están en la primera fila de la batalla. Ese argumento suena bien pero se puede invertir para decir que, precisamente por eso, quienes están lejos pueden en ocasiones decir o hacer lo que, quien está en el país, no puede decir o hacer, so pena de ir a parar a la cárcel o al cementerio.

Lo que esto pudiera sugerir es que ambos grupos de venezolanos, los de adentro y los de afuera, son necesarios y pueden jugar un papel importante si logran, de alguna manera, coordinar esfuerzos. Para ello tendrán que echar mano de sus reservas de buena voluntad, ya que el país presenta un clima enrarecido, un país donde la confianza ha pasado a ser una cualidad en peligro de extinción.

Parecería que lo único que exigiría la presencia física de un venezolano opositor en el mismo terreno de los hechos es su participación, como número, como soldado, en un hecho físico de protesta, violenta o no: una huelga general (que no está planteada por los líderes opositores, aunque, dado el desastre venezolano, ella no sería una mala idea) o un movimiento armado (que tampoco está planteado, dados los resultados de las aventuras fallidas de 1992).

Hay, eso sí, un innegable impacto social, económico y político negativo en la Venezuela de hoy, debido a la pérdida de casi un millón de sus habitantes en los últimos trece años. Esta es la magnitud estimada de la diáspora venezolana, hoy dispersa por todo el mundo. Mucha de esta pérdida es irreversible, mucha de esa gente no regresará. A los más viejos, como yo, se les acabó el tiempo. A los más jóvenes, la cultura de sus nuevos países de residencia lo absorberá rapidamente. Será solo un grupo intermedio el que probablemente regrese a Venezuela, tan pronto se vaya el déspota. Esa es la experiencia que tuvieron otros países donde el éxodo alcanzó cifras significativas, tales como Chile y Argentina.
Gabriela Montero
Pero, no habrá una bendición oculta en esta tragedia? Los venezolanos de la diáspora se convertirán progresivamente en ciudadanos del mundo, harán aportes importantes en sus países de adopción. No todos seremos andrésbellos pero hay una posibilidad de que la vapuleada imágen internacional de nuestro país (petróleo, reinas de belleza y dictadores) pueda ser modificada favorablemente por los esfuerzos de quienes hoy se ven lejos de su terruño. Cuando escucho tocar el piano a Gabriela Montero, asi lo creo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien dicho, Dr. Coronel. Desde cualquier lugar del mundo se puede seguir queriendo el país y luchar porque Venezuela supere la dura realidad que enfrenta en el régmen chavista.

Hoy, por cierto, la agencia de noticias EFE destaca en una noticia que parece tarifada por el mismo gobierno venezolano, que Chávez sigue siendo el protagonista de la política venezolana a pesar de que se encuentra refugiado en la Habana con los castro, descargando de paso a la oposición venezolana.

Lo que no dice la agencia de marras es que ese dominio de la escena política venezolana, por parte de Chávez, aun en ausencia, lo que hace es confirmar fehacientamente el carácter totalitario de su régimen, la concentración de poderes que ejerce y la persecución de sus opositores que, como el indignante caso de Alejandro Peña Esclusa, mantiene en las oprobiosas cárceles de su régimen.

En la víspera del día del padre, le pido disculpas para enviar en este comentario, mi saludo solidario a Peña Esclusa y los demás presos políticos de Hugo Chávez, quienes no podrán estar con sus hijos y nietos celebrando ese día como la tradición y Dios manda. Lo saluda, su siempre lector, Leonardo Luzardo

Anónimo dijo...

Respetable Sr. Luzardo, me uno y me adhiero a su excelente y bien expuesto comentario. Muy cierto su contenido y razones.De manera fundamental aprovecho la oportunidad para sumarme al apoyo solidario de ese insigne venezolano valiente, el Ing. Alejandro Peña Esclusa. Ruego al altísimo y hago votos, a fin de que lo saque de tan duro trance que hoy está padeciendo, restableciendole su salud, a la vez que repudio de la manera más enérgica, como simple venezolano, la conducta inhumana e inmisericorde del gobierno, ante una situación tan dolorosa como la que presenta hoy este hombre ejemplar. Manuel Piar.