domingo, 21 de marzo de 2010

El Club de los sietecueros.

Dato: La cafeína los aniquila.

Los gastrópodos llamados sietecueros o babosas (Derocerus reticulatus), de la familia de los moluscos, son animalitos bastante repulsivos: son resbaladizos, babosos, como las guabinas; se arrastran, dada su condición invertebrada, y frecuentemente se alimentan de excrementos. Dadas sus repulsivas características son perseguidos por el hombre, ya que amenazan los cultivos agrícolas y, en general, ofrecen un espantoso espectáculo. Hasta una película de horror sobre “Babosas Asesinas” ha sido realizada en Hollywood (Slugs, 1988). Encuentro estos especímenes como los símbolos más adecuados para representar al grupo de “líderes” políticos latinoamericanos e iberoamericanos quienes se encuentran hoy en el poder. Hablo de gentes como Hugo Chávez, Daniél Ortega, Raúl Castro, Rafaél Correa, Cristina Kirchner, Evo Morales, Fernando Lugo, José Luis Rodriguez Zapatero, Miguél Angel Moratinos, Lula, Insulza y otros quienes no están en el poder pero quisieran estarlo, como el peruano Ullanta Humala o el mexicano Andrés López Obrador.
Lo que caracteriza a este grupo es su invertebralidad ética, la renuncia que han hecho de la democracia y del respeto por los derechos humanos, así como la adopción de ideologías obsoletas, las cuales han fracasado en todos los países donde se han implantado.
Este club de babosas tiene miembros naturales, como los arriba mencionados y también tiene miembros asociados, quienes reciben nombres tales como compañeros de ruta, “sandalistas” o pendejos sin fronteras. Entre los numerosos pendejos sin fronteras que se han afiliado al club destacan actores o directores de Hollywood como Danny Glover, Sean Penn, Harry Belafonte y Oliver Stone, escritores como Ignacio Ramonet, directores de centros de reflexión (Think Tanks) como Mark Weisbrot y Larry Birns, ambos en Washington; figuras públicas estadounidenses como Joseph Kennedy, Jesse Jackson, Don King y Cindy Sheehan; académicos como Miguél Tinker Salas; mercenarios como Richard Gott, Marta Harnecker, Norberto Ceresole (qepd) y Juan Carlos Monedero; algunos semi-arrepentidos como Roy Carson y el tipo del blog OilWars, líderes forajidos de otros países como Ahmadinejad, Lukashenko, Qadaffi y Mugabe. Algunos de ellos no son tan pendejos puesto que han cobrado su lealtad en dólares (no aceptan bolívares).
En todo caso, la existencia de este club de sietecueros es lo peor que le pueda pasar al hemisferio. Constituyen un grupo de extremistas políticos unos, socialmente acomplejados otros, codiciosos los más, quienes han decidido destruir los valores que han caracterizado a la civilización occidental por bastantes años: la libertad individual, los derechos humanos, la democracia y el libre mercado. Sus líderes protagonizan regímenes generalmente autoritarios, abusivos del poder político, intolerantes con la disidencia y aprovechadores de los bienes públicos. Usan ese estilo para consolidarse y tratar de perpetuarse indefinidamente en el poder. Muchos de ellos exhiben ya conductas abiertamente reñidas con la ética y los principios: Chávez violador de la constitución y protector de terroristas, Castro asesino y dictador, Cristina aceptadora de dinero ilegal, Morales, abusivo de su poder presidencial, Correa, arrogante y anti-democrático, Ortega, violador de su hijastra y ladrón, Fernando Lugo, fornicador y mentiroso, Insulza, parcializado y manipulador, Zapatero y Moratinos, cómplices del despotismo por intereses financieros; Lula, hipócrita y doble; Humala y López Obrado, peligrosos demagogos.
Lo más preocupante de este club de los sietecueros es que aún no han tenido que enfrentar una oposición decidida a nivel de los gobiernos democráticos del hemisferio. Es apenas ahora cuando Canadá y Panamá están comenzando a llevar la voz cantante en la OEA para denunciar a algunos de los miembros del club. El Congreso de los Estados Unidos comienza a pedir que se investiguen a sus miembros. La Union Europea ha comenzado a criticar sus métodos abusivos. Sin embargo, el miedo, el excesivo pragmatismo, los intereses comerciales y el deseo de aprovecharse de la prodigalidad de Chávez, han hecho que la reacción frente a este club de sietecueros se haya demorado indebidamente.
Hugo Chávez debería tener cuidado. Está comprobado cientificamente que la cafeína mata a los sietecueros.

5 comentarios:

Jardinero dijo...

Un buen jardinero que ama sus plantas no usa cafeína, sino que elimina babosas y caracoles yendo a buscarlos adonde moran -debajo de piedras, hojas secas y macetas- los aplasta y los deja para que las hormiguitas coloradas se los coman, junto con los huevos, evitando la plaga. Es una lucha cuerpo a cuerpo. El buen jardinero hace limpieza por mano propia, no espera que el azar u otros se ocupen de su propio jardín...

Gustavo Coronel dijo...

me parece buena la recomendación. No recomiendo la cafeína en grandes cntidades. De vez en cuando es conveniente para lidiar con las babosas gigantes.

Anónimo dijo...

Sin comentarios

JG

Anónimo dijo...

Que inorancio y contaminante en ves de utílizar lo poco que le queda de inteligencia por no decir otra cosa. En tratar de hacer un clima de paz, amor entre la humanidad. Saber que con la vara que midas seras medído

Unknown dijo...

Como jardinera (quizá la tradición mas noble que adopté de mi familia) puedo decir que al sietecuero no le gusta para nada el metal, un alambre de cobre cerca y salen corriendo, de la misma forma, a los siete cueros de dos patas mencionadas en el artículo les asusta el plomo, sobre todo el plomo que vuela, aun cuando intentan convertir ese plomo en su política de estado. Y como les gusta la cerveza a estos animales, una trampa llenando un pote con cerveza y a la mañana siguiente estan ahí, y de nuevo en este caso, las similitudes entre unos siete cueros y otros son muy acertadas...